“Patà i avant”
Las principales líneas interpretativas de la Transición tienen dos fases diferenciadas: el antes (con sus primeros estudios hasta 1979) todos ellos desde un punto de vista no histórico por cuestiones obvias, ya que la Historia no suele ocuparse del tiempo presente y necesita cierta perspectiva, cuanta más mejor en realidad. Por ese motivo, será el Periodismo, la Sociología, la Politología y el derecho los que aborden en sus inicios esta tarea de poner orden a los hechos que se iban produciendo a toda velocidad.
Suele ser habitual que vivimos demasiado el momento y nos cuesta dotar de perspectiva sosegada al día a día en el que nos conducimos. Y eso en ocasiones nos incita al error de la precipitación, de la ausencia de reflexión y pausa, de ignorar las bases de nuestro conocimiento como cimientos indispensables para nuestro presente, que marca nuestro futuro próximo y que se enraiza en el pasado. ¿Por qué no pues, nos paramos a pensar antes de actuar? Sencillamente porque el fragor de los cañones en la batalla no nos deja oír. O tal vez en esta ocasión, el querer evitar de nuevo ese fragor de la batalla, ese ensordecedor ruido de los tambores de guerra, es el motor que nos hace seguir hacia delante.
Yo creo que en España, optamos por esa frase tan conocida en el mundo futbolístico valenciano de “patà i avant”. O aquel otro de hacia atrás no tiramos ni para coger carrerilla, así que es mejor no volver la vista y olvidarnos de lo pasado. Lo pasado, pasado está. Y podría seguir alegando tópicos, que hoy en día así nos parecen, pero que en realidad son bombas de relojería que están comenzando a explotar, una a una, pasados ya 40 años.
Cuando les intento explicar los rudimentos de la constitución del 78 a mis alumnos de 2019, siempre surge el mismo comentario:
Queremos una constitución más actual, más adecuada a nuestros tiempos, nuestra forma de vida y nuestros pensamientos.
Las reglas del juego se han quedado anticuadas.
¿Tienen razón? ¿Se ha hecho vieja la Constitución del 78? Las nuevas generaciones no saben muy bien qué fue eso de la Transición, solo lo que se les explica en clase.
Y es poco. Tampoco les interesa mucho. La generación de profesores de más de 60 que está empezando a desaparecer de las aulas por jubilación, vivió en el colegio, en plena adolescencia este proceso. Y la forma de transmitirla, en su inmensa mayoría se ha adecuado a los libros de texto que han presidido los años centrales de su ejercicio docente, es decir, los años 90 y la primera década del 2000. Por supuesto que habrá excepciones, pero en su inmensa mayoría han seguido el dictado de la corriente imperante de los libros de texto, es decir, la interpretación de las teoría de la acción de las élites, la que ha dotado de protagonismo casi exclusivo al Rey Juan Carlos I “gurú” de esta nueva era, garante y “héroe” del proceso, “salvador” de España tras el 23F… ¡Cuanto daño ha hecho la complicidad de la mayoría de los medios de comunicación españoles que tanto han alabado al Borbón! Y a su profeta Adolfo Suárez, ascendido a los altares de la política española, a veces imbuido del aroma a martirio en manos del odiado enemigo de la memoria, el maldito alzheimer... Parecía el único en este mundo que sufría la enfermedad, clamaban las Victorias Prego y toda la tropa de políticos jubiletas que pretenden atribuirse todo el mérito como Carrillo, Felipe y compañía, y que han acabado vendidos al capital y al “moderadurismo”. Al santo mártir de la Transición (opinión siempre desde un punto de vista político y no personal, Dios me libre, nadie merece el castigo de una enfermedad degenerativa), a su memoria se le llegó a dedicar el aeropuerto más importante de España… ¿Y la memoria de los miles de españoles que aún se mantienen en las cunetas y que el sistema, un sistema defendido y aplicado por Suárez, ha tratado de olvidar e ignorar? ¿Y el recuerdo de las miles de personas que murieron en el exilio languideciendo durante 40 años de desprecio mientras Suarez y Juan Carlos se criaban como delfines aventajados de un régimen dictatorial? Yo le llamaría el Aeropuerto de Madrid Exilio o de Madrid Desmemoria. ¡Ya está bien de cinismo e hipocresía!
La interpretación de la teoría de la Modernización, de tan determinista creo que no se sostiene por su propio peso. Los que aún la defienden son claramente tendenciosos y quieren atribuirle todo el mérito a quien no lo tenía, es más, al culpable de todo… Es insultante incluso intentar hacer creer que la democracia nació del progreso de los 50 y 60. Solo falta decir que la trajo Mister Marshall para que sea eso, una disparatada película más de Berlanga.
Mi juventud y mi época de estudio, en la que me aproximé a este concepto, transcurrió a finales de los 80 y en los 90. Plenamente dominado por esta interpretación de las élites. Eso estudié en los libros de texto, eso me explicaron en clase en el instituto. Y de forma rápida y con poca profundidad. parecía un tema que no interesaba, puesto ahí, a final de curso, de esos que se dan rápido porque total, es muy fácil: todo es gracias al Rey (míralo qué campechano y buena gente es…) y a Suárez que tanto se sacrificó por España. Era mucho más importante explicar con detalles las bases del liberalismo político y económico, base del progreso capitalista en el que vivimos y que “tantas alegrías nos ha dado”... Y con leyes educativas socialistas… Dios mío Felipe, ¿qué es lo que pretendías? ¿Ya tenías claro que tu destino era Endesa?
Reconocer en esta`interpretación improvisación e inestabilidad se puede entender que no convenía, y más aún con el fantasma del 23F, que removió la porquería y levantó mucha olor. Fue una jugada perfecta para reforzar el poder de la clase política española, del rey y de esta interpretación de madurez de la élite política española que siguió viviendo a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) a nuestra costa y a quien además, debemos estar eternamente agradecidos. Apago aquí el modo ironía.
El 23 F siempre me ha causado dudas. ¿Orquestado para reforzar un régimen del que se empezaba a dudar? Esto requiere de mucha inteligencia y los amantes de las teorías de la conspiración disfrutan mucho argumentando en esta línea. ¿Eran tan inteligentes nuestros políticos? No lo tengo del todo claro. Recuerdo aquel programa de Salvados de Jordi Évole en el que decía que todo fue una película de Garci… Si la gente dudó y se lo tragó ¿no será porque nos extraña a todos demasiado el resultado final del fallido golpe? Aquí coincido con la interpretación que argumenta la sobrevaloración de la clase política española y de su fuerza para intentar hacer otra cosa más profunda… El 23F dejó a Carrillo como el único “valiente” que no se agacha ante el totalitarismo (por supuesto acompañando a nuestro “santo” de los aeropuertos) ¡Cuántas veces hemos escuchado su testimonio en decenas de documentales y entrevistas! Aquel que traicionó (aceptando un régimen propuesto por quien Franco quiso) el espíritu y la memoria de los miles de exiliados y refugiados que jamás pudieron volver a España y de los que aún se encuentran en las cunetas. ¿Por qué no dijiste ni hiciste nada por ellos? Si bien es cierto que él padeció el exilio, todo hay que decirlo, una cosa que no se le desea a nadie…
Es fácil hablar y opinar así para alguien que ha vivido casi siempre (nací en el 72) en democracia y libertad. ¿Injusta? Fríamente, creo que sí. Pero también es cierto que mi postura más cómoda sería el olvido y el mirar hacia delante. Disfrutar de los beneficios que son muchos y buenos en comparación con la época de la ausencia de libertades previa y totalitarismo represivo. No tengo familiares en fosas ni dolor acumulado en las cunetas. Podría ser miembro activo de la generación “patá i avant”. Es más, estoy seguro que sería una de las recriminaciones que cualquiera que leyera este escrito podría hacerme y hasta tal vez, con razón. Pero ejerzo mi derecho a la opinión. Me enfurecen las campañas de ensalzamiento de héroes caídos por la bonhomía de la prensa y la política española, tan manipulada y perversa en la actualidad, que solo busca rendimiento electoral sin ninguna altura de miras. Parece que tanto unos como otros me quieren tomar por tonto. Y no me gusta nada percibir que intentan manipularme y venderme la cantinela del pensamiento único.
Por eso como docente me planteo cómo transmitir esta visión. Y no, no uso libro de texto. No creo en las visiones predeterminadas que proponen, sea cual sea su color o su intención, si es que la tienen. Por eso no es necesario que opine de lo que en ellos se dice o cómo se interpreta. Me esfuerzo en que mis alumnos construyan su propia opinión mostrándoles la mayor cantidad de argumentos, documentos e interpretaciones posibles, como habéis hecho vosotros en esta tarea. La opinión personal me la reservo para escritos como este. En el ejercicio de mi profesión intento ser objetivo aunque sé que no soy perfecto y jamás lo voy a conseguir. Pero lo intento y lo intentaré.
Quiero saber, necesito conocer, quiero justicia, necesito saber esa parte de la verdad y de la Historia que me han querido ocultar ¿Por qué no se puede hablar abiertamente de esto? ¿Por qué no lo podemos incluir en nuestros currículums llamando las cosas por su nombre? ¿Por qué aún en el fondo, temo remover un avispero con un palo y salir con unos cuantos picotazos propinados por los padres, el centro y la sociedad en general?
Hace tiempo leí unas declaraciones de Merkel en contra de las posturas de los que tienen libertad de expresión, pero con los límites de la intolerancia y de sus discursos no se puede jugar. Eso no es ejercer el derecho a la libertad de expresión. Es generar odio. Llamemos a las cosas por su nombre. Los alemanes han sido capaces de hacerlo y de afrontar con seriedad, sin miedo y de frente, estas cuestiones. ¿Por qué nosotros no? ¿Qué hay tanto que ocultar? ¿Por qué la gente quiere olvidar o simplemente ignora sin siquiera querer saber?
Y otra noticia, que escuché hace meses, sobre como se subastaban joyas de la familia Franco de un valor muy elevado… ¿De quién eran esas joyas? ¿De dónde han sacado su fortuna todos los de esa familia? De la sangre y el olvido de muchos miles que se hallan en la ignominia del olvido tolerado por una Transición que lo perdonó y que intentó borrar de nuestro presente. ¿Hay alguna teoría interpretativa historiográfica de la Transición que vaya en esta línea? Apúntenme a ella.
Si la sociedad española fuera madura y hubiera tratado de interpretar la Transición como un movimiento surgido desde abajo, demostraría esa madurez y pondría los pilares de la solución. Pero mientras siga en vigor la Ley de Amnistía y se pueda enjuiciar a asesinos y ladrones, ni me creo la Transición, ni me creo nada. Ninguna interpretación me parecerá más que un intento banal de justificación interesada de cualquier historiador.