domingo, 12 de abril de 2020

LA CRISIS DE LOS DESEOS.

EL BLOG DE JOSÉ FARIÑA: José Ortega y Gasset: “Meditación de la ...Decía Ortega y Gasset que en la sociedad existe una crisis de los deseos, que no sabemos qué desear, o mejor dicho, que solo deseamos alcanzar cosas ya existentes. Cuando todo nos va bien y tenemos acceso a lo que antes no podíamos alcanzar, resulta que nos conformamos con poseer lo que ya existe. Y así, no avanzamos, no vamos a ningún lado.

Antes del confinamiento por el COVID en este 2020 siempre andábamos quejándonos por las prisas, falta de tiempo, no hacer alguna actividad porque no podíamos… Primero, nos decíamos a nosotros mismos que eran las responsabilidades. Luego que si hacía falta o se podía, tendríamos tiempo para lo demás. Estábamos pues estancados, éramos un quiero y no puedo.

Ahora tenemos acceso, aunque forzosamente, a la abundancia de tiempo disponible. Tenemos acceso a aquello que anhelábamos y… ¿Qué estamos haciendo con él? La mayoría de nosotros estamos gastándolo en cosas que ya existían y que ya conocíamos, tópicos que todos hacen: ver pelis o series, hacer deporte en casa, repostería, quedar con los amigos por videoconferencia, retos y vídeos chorras… Estamos usando en nuestro provecho la técnica existente, pero ¿no estamos siendo parte del rebaño de borregos?

Nos dejamos llevar por las noticias, contrastadas o bulos, por las redes sociales y las opiniones que en ellas se vierten, por la televisión, los aplausos solidarios… Todo eso está muy bien, pero parece que solamente anhelamos volver al statu quo anterior: volver a la rutina, volver al estrés, volver a correr por el parque, volver a no ver a los amigos por culpa de las múltiples obligaciones, dejar de llamar a los familiares, dejar de preocuparte por la gente que quieres engullidos por la vorágine del día a día… Pero ante todo esto, son pocos los que ven en esta situación una oportunidad de tener un deseo nuevo, y cito de nuevo a Ortega, el deseo creador que busca lo que no existe, el que se anticipa a lo irreal. 

Crisis de deseos - Meditaciones

Hay quien dice que de todo esto saldrá algo nuevo, algo diferente. Sabremos valorar más lo mucho y bueno que teníamos como las relaciones personales o la libertad de movimientos entre otras muchas cosas. Pero ¿de verdad alguien está pensando en cómo vamos a cambiar esto? ¿qué instrumentos técnicos nuevos vamos a utilizar para una realidad distinta que nos ha invadido sin preaviso?

Lo confieso, soy pesimista. Creo que casi nadie quiere cambiar el mundo, ni antes, ni después de esta movida del coronavirus. Todo lo escrito y dicho en estos días se va a quedar en agua de borrajas, en pura decoración, en falsedad e hipocresía, en postureo y buenismo. Ojalá me equivoque. Nos hemos autoencerrado, cívica y educadamente, obedeciendo sin cuestionar prácticamente nada a la imposición de la dictadura democrática de la felicidad y del falso bienestar en el que vivimos. Pero nada de todo eso va a cambiar. Solo pensamos en volver a salir de casa y consumir, consumir, consumir. En reflotar una vez más este podrido sistema capitalista que nos esclaviza. ¿De qué nos sirve la técnica del nuevo mundo del progreso constante? ¿Para seguir igual?

¿No deberíamos aprovechar esta magnífica oportunidad que nos da el parón para pensar, reflexionar, proponer, cambiar y avanzar? Porque no nos equivoquemos: de que cambiemos radicalmente el statu quo vigente depende nuestra supervivencia. Dejemos de añorar los abrazos que no nos podemos dar y luchemos por los que en nuestros brazos quedan, para poder seguir dándolos, en el presente más cercano y en el futuro próximo, en un mundo mejor, más equilibrado y equitativo, más limpio y menos contaminado, más solidario y humano, menos raro. El uso indebido de la técnica disponible nos está llevando a la autodestrucción. 

El Castigo de la INDIFERENCIA: ¿funciona?
Hacemos mal a nuestra casa, al planeta en el que vivimos, algunas veces sin querer, la mayor parte siendo conscientes pero con indiferencia. Estamos banalizando la situación. Yo reciclo, pero uso el coche hasta para ir a por pipas. Yo reduzco el uso de comida procesada pero envuelvo en plástico todo lo que toco… Son muchas las contradicciones del ser humano. Nos gusta cantar a favor de la Naturaleza, pero que no nos pidan ser activistas. La excusa de que yo solo no puedo hacer nada ya no nos vale. Estamos siendo cómplices, como lo eran los alemanes que observaban cómo se llevaban a los judíos de su vista: “yo no les deseo ningún mal, pero… ¿salir de mi zona de confort para oponerme a la injusticia, que por otra parte hará mi vida más cómoda? No. Eso ya no. Seguramente saldría perjudicado y ya tengo yo bastante con mis problemas. Yo soy buen ciudadano, obedezco, me confino, colaboro, me chivo de los que no lo hacen haciéndome un delator, un cómplice activo del régimen imperante”.  La verdad es que si sigo con las comparaciones con nuestra historia reciente, se me ponen los pelos como escarpias.

¿Cuándo vamos a volver a la praxis humanística de la vida que no consiste en otra cosa que en pensar y reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras acciones? ¿Y por qué no sacamos al ser humano del centro del Universo en la versión más ególatra del hombre del Renacimiento tan bien representado por el hombre de Vitruvio? ¿Por qué no salimos de ese círculo perfecto en el que encajamos y nos fijamos en los bordes que nos rodean, que nos envuelven y sin los cuales no existiríamos?


El nuevo mundo que debería salir de esta pandemia tendría que centrarse en la Naturaleza. No creo que nos esté avisando. La Naturaleza no tiene porqué avisar de nada. Simplemente es. Está, existe y tiene sus propios mecanismos. Nosotros podemos aprovecharnos de ella, si podemos o tenemos dicha capacidad, pero dependemos de ella para nuestra supervivencia. Deberíamos respetarla al máximo a costa de los pseudodeseos banales en los que caemos constantemente y que están agotando los recursos existentes. Podemos seguir fantaseando con naves espaciales que nos lleven a colonizar otros planetas, en distopías apocalípticas que presenten un mundo en el que sobrevivan los más fuertes. El cine y la literatura tienen un buen número de opciones. 

Pero, la realidad está mucho más cerca de lo que pensamos. O usamos la técnica de una forma novedosa para mejorar nuestro entorno o nos queda poco. Ya es hora de devolverle a la naturaleza el cariño y favor que se le debe a una madre que te lo ha dado todo, de la que has abusado y que ahora languidece sola y castigada. ¿La vamos a dejar morir? ¿No vamos a hacer nada para evitarlo? 

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