jueves, 10 de diciembre de 2020

INNISFREE -el oeste de la isla Esmeralda- (IRLANDA)

 

La Isla Esmeralda es un lugar único e imprescindible para cualquier viajero. Por múltiples razones: su gente, sus pàisajes, su música y su ocio nocturno, sus poetas y literatos, sus leyendas y cultura celta pero sobre todo, por su cerveza.

 

. La isla Esmeralda es completamente verde. 

Foto de Jeff Schmaltz de dominio público. Año 2010

Los irlandeses son un poco cerrados de buenas a primeras, pero en realidad son gente despreocupada y de risa fácil. Grandes bebedores, especialmente de cerveza negra y de whisky, tienen un carácter un tanto pendenciero. Jamás rehuyen una buena pelea, aunque enseguida vuelve la calma y los contendientes acaban bebiendo cerveza juntos mientras cantan viejas canciones de taberna. 

El sobrenombre de la Isla Esmeralda es un apodo bien atribuido, pues es verde por sus cuatro costados. agreste, salvaje, de onduladas colinas que se cortan a pico en acantilados de vertiginosa altura al llegar al mar. Un mar salvaje, agresivo. Un viento que azota el país con fuerza. No obstante Irlanda es "el país despeinado"

Y como reza el dicho irlandés "en la taberna no llueve" y como es un país de mucha lluvia podéis imaginar que el irlandés se pasa el día en la taberna. Son grandes bebedores y  cuando los efluvios del alcohol se apoderan de ellos, comienzan los cantos comunes, los bailes, las interpretaciones a capella de las canciones tradicionales que hacen del pub irlandés un lugar donde encontrar la verdadera esencia del país. La música en vivo está omnipresente. Y por supuesto, todo acompañado de la sempiterna Guinness o de un buen whisky. En Irlanda, el símbolo nacional es el arpa gaélica. Podéis imaginar que la música es muy importante para todos. 

Es gente imaginativa y creativa, amantes del arte de la palabra, no en vano cuentan con un gran número de premios Nobel. Grandes obras de la literatura de todos los tiempos y poemas que te hacen estremecer son parte de su bagaje. Nombres como Shaw, Becket, Yeats, Joyce, Wilde, Swift o el más reciente Boyne, con obras sublimes como Ulises, Los viajes de Gulliver, El retrato de Dorian Grey, El niño del pijama de rayas, Dublineses y un largo etcétera.

Son las leyendas y la cultura celta, las fuentes de las que han bebido sus literatos y músicos. Las raíces gaélico-celtas  impregnan la vida y la cultura de Irlanda. 

La lucha por la libertad y la independencia, la búsqueda de la belleza, el amor, lo desconocido, la presencia de las fuerzas telúricas... Esos son los grandes temas de las canciones y las obras de arte de Irlanda que beben de la mitología. Sus bosques y su exuberante naturaleza dan pie al desarrollo de la imaginación y de leyendas muy ligadas al entorno natural.

Irlanda se merece una visita larga, una estancia duradera para conocer los rincones y recovecos de la isla, sus tradiciones y costumbres, festivales, cultura... Todo es interesante. Pero hoy nos centraremos en algunos encantos de su costa oeste

 

El pueblo típico del oeste de Irlanda es tranquilo, con su río, de suaves y verdes colinas, con un histórico monasterio, las casas típicas, sus pubs... 

 

Si hay un pueblo que representa el más puro estilo de vida irlandés es el que eligió John Ford para una de sus más famosas películas "The Quiet Man" ganadora de dos Oscars de la Academia. En la película el pueblo se llama Innisfree, pero su nombre real es Cong, en el condado de Mayo.

Lo primero que vemos tras atravesar su puente de piedra es el pub de Pat Cohan, célebre por la película, repleto de fotos que hacen las delicias de los amantes del cine, decorado con mimo conservando la tradición y lo más importante, con una cerveza negra que quita el sentido. Acodarse en la misma barra que John Wayne, tiene su encanto.

Pero sin duda, lo más bonito de Cong es su abadía. Aunque está medio en ruinas posee un precioso claustro y un cementerio muy particular donde podemos observar otro de los símbolos de Irlanda, la cruz celta, que combinada con la cruz católica, está por todas partes. Y todo ello rodeado por un bosque frondoso de árboles de hoja caduca, un río maravilloso, árboles milenarios que desprenden magia y que parecen susurrarte sonidos de hadas, troles y gnomos. Un largo paseo que jamás podréis olvidar. 

Abadía de Cong. Foto de Vincent Roux de dominio público. Año 2007.

La ciudad más importante del oeste de Irlanda es  Galway. Con 75.000 habitantes y dos universidades es la tercera ciudad de Irlanda y una de las más dinámicas y divertidas.

 

Ciudad abierta al mar, se convirtió en ruta imprescindible para aquellos que quería partir en ruta comercial hacia el Nuevo Mundo. De hecho, la ruta de los diferentes licores que aquí se producían o en el resto del país y que se redistribuían o bien hacia América o bien hacia el resto de Europa, hizo que Galway se convirtiera en una ciudad que estableció la costumbre de juntarse a beber y a cantar tras una dura jornada de trabajo junto al Spanish Arc. Allí, los pillastres que sustraían alguno de los toneles repletos de licor, lo compartían con sus compinches y amistades, lo que solía derivar en una animada tarde que los efluvios etílicos hacían elevar a alturas de francachela.

 

Fachada marítima de la ciudad de Galway. Foto de Miguel Mendez. 

Año 2011. Licencia CC BY 2.0

 

Galway posee también dos catedrales, la católica y la protestante, ambas dedicadas al culto al mismo santo protector de la ciudad: San Nicolás. Pero la esencia de Galway está concentrada en un kilómetro, la distancia de la calle peatonal que todos conocen como Shop Street. Allí podremos encontrar todos sus pubs que suelen ofrecer a diario música en directo. 

 

Los pubs más conocidos son The Quays (una antigua iglesia reconvertida), Kings Head (ubicado en la casa que según la leyenda era propiedad del verdugo del rey inglés Carlos I) The Crane (con repletas paredes de utensilios típicos de las labores de la tierra y el mar del lugar) y otros muchos más que os invitamos a descubrir por vosotros mismos. A veces, el lugar más inesperado te depara los momentos más esperados. Dejaos llevar por lo que ellos llaman el Craic, es decir, la música poco virtuosa en cuanto a su ejecución pero a la que todo el mundo se puede sumar cantando e incluso tocando al estilo Jam Session (todo buen irlandés se precia de tocar algún instrumento musical, aunque sea su propia voz) con la única finalidad de divertirse. Eso es Craic.

 

Escucharas canciones como Wild Rover, un himno para los irlandeses que todos conocen, Molly Mallone, aunque es más típica de Dublín, Whiskey in the jar, Moonshiner y otras muchas.

 

Irlanda en estado puro.

 

Por la mañana y superada la resaca del día anterior, podemos iniciar una excursión hacia el lugar más famoso y conocido de Irlanda, los acantilados y el salvaje mar. Por una carretera típica como la anteriormente citada, estrecha y repleta de muros laterales, vacas y ovejas por doquier, nos encontraremos con uno de los castillos más conocidos de Innisfree, no por ello el más grande ni el más espectacular, pero si uno de los más significativos.  Nos referimos al castillo de Dunguaire.

 

Castillo de Dunguaire, Galway, Irlanda. Foto de Boomur. Año 2013.. Licencia CC BY-SA 3.0

 

Está ubicado en un privilegiado entorno, junto a una bahía de aguas que van y vienen dependiendo de las mareas y que aíslan al castillo en marea alta ayudándole en su defensa. El castillo está bien conservado y ofrece en verano cenas medievales con espectáculo poético y musical incluido. Fue construido en el siglo XVII y posee una torre de 23 metros de altura. Un coqueto patio de armas y una alta y robusta muralla. Y como todo buen castillo posee su leyenda de fantasmas y señores de ultratumba. ¡Descúbrela!

 

Y llegamos a la joya natural del oeste de Irlanda: the Cliffs of Moher, los acantilados más famosos y visitados de Irlanda. un lugar que no defrauda. Una de las siete maravillas naturales del mundo declaradas por la UNESCO. 

 

De 8 km. de extensión y alturas de hasta 214 metros, el lugar donde se ubica la torre vigía de O'Brien, es un paraje donde el mar y la tierra se funden en una danza furiosa, pero hermosa. Son 750 metros de escalofriantes senderos al borde mismo del precipicio. No recomendable a aquellos que tengan vértigo. Es peligroso si te sales de los senderos establecidos en busca de una foto. No es necesario arriesgarse porque el entorno ya de por sí es impresionante. 

 

Y un último consejo para visitar los acantilados: vayan por la mañana si quieren observar sin que el sol les ciegue, la belleza natural y las vistas al mar, o bien, vayan al atardecer para contemplar una de las puestas de sol más mágicas que nunca hayan observado. Ustedes eligen. Sea como fuere, la huella indeleble y el recuerdo imborrable quedará para siempre en su corazón y en su mente.

 

Acantilados de Moher al oeste de Irlanda. 

Foto de Joachim Kohler Bremen. Año 2007. Licencia CC BY-SA 4.0

 

Hay mucho más que ver en Irlanda, pero eso será en otra ocasión. Volveremos a Innisfree, recorreremos de nuevo la Isla Esmeralda, degustaremos muchas más pintas y entonaremos viejas canciones a voz en grito entremezclados en algún pub. 


jueves, 3 de diciembre de 2020

BOLONIA: la ciudad de los muchos nombres.


Foto panorámica de Bolonia. Pxfuel.


Bolonia se la conoce como la Ciudad Roja, por el color de los tejados de los edificios del casco antiguo. También se la conoce como "la Docta" por ser la sede de la Universidad más antigua de occidente. Y como "la Grosa" por ser uno de los lugares de Italia donde mejor se come.


Italia es un lugar imprescindible para todo viajero que se precie, especialmente a nivel artístico, histórico, religioso y cultural. Todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida (o más a ser posible) Roma, Venecia, Florencia, Pompeya e incluso Milán. 

 

Pero Italia es mucho más: la romántica Toscana con sus pueblecitos y sus viñedos; el norte alpino y el entorno del lago Como; la región de La Marche con sus ducados y sus paisajes de ensueño; el sur y la isla de Sicilia... 

 

Hoy nos vamos a centrar en la capital de la región de la Emilia Romaña, en la ciudad de Bolonia, la puerta hacia el este del país, hacia el mar Adriático. Uno de los principales nudos de comunicaciones de Italia que se sitúa entre el río Reno y el río Sávena a los pies de los Apeninos. Bolonia es un destino que aún no está masificado, afortunadamente para el viajero y desafortunadamente para la economía local, y que queda fuera de las grandes rutas turísticas italianas.

 

Bolonia tiene uno de los cascos antiguos medievales más grandes de Europa, con una característica esencial que la UNESCO ha valorado como Patrimonio de la Humanidad: sus más de 40 km. de soportales o pórticos (portici en italiano). 

 

Pórticos característicos de Bolonia. Foto de Dezalb con Pixabay License

 

Y ¿por qué tantos pórticos? Al ser una ciudad medieval amurallada y universitaria, tenía mucha población y necesitaba aprovechar el espacio. Casi todas las familias querían ganar espacio en sus viviendas y construían una habitación más sobre la calle que luego alquilaban a los estudiantes venidos de toda Europa para aumentar sus pocos ingresos. Pero como las calles eran estrechas, debían de hacerlo "en el aire" y así fueron surgiendo los soportales por toda la ciudad. De todos los soportales, el más conocido es el que te lleva hasta el Santuario de San Luca, un pórtico con 666 arcos... Curioso número con reminiscencias diabólicas. La primera de la ciudad... No será la última.


El edificio y la institución más importante de Bolonia es sin lugar a dudas su Universidad, el Alma Mater Studiorum, la universidad más antigua de Occidente fundada en 1088. En la actualidad se ha revitalizado su nombre y todos los que andamos vinculados al mundo educativo y/o universitario hemos oído hablar del plan Bolonia, gestado entre estos muros, que rige los designios de la educación europea en la actualidad. Y no fue casualidad elegir este lugar para tal fin.

 

Alma Mater Studiorum. Foto de  https://www.touremiliaromagna.it/

 

La Universidad de Bolonia ha contado con alumnos tan ilustres como Dante, Petrarca, Copérnico, Thomas Becket, Erasmo de Rotterdam y un largo etcétera

 

Destacan sus estudios en Humanidades, especialmente lo relativo al Derecho. La rama de los legistas, que aquí se preparaban para después repartirse por toda Europa, estudiaba oratoria clásica por poner solo un ejemplo. También hubo una importantísima facultad de Teología. Pero la otra rama importante de estudios era la de los artistas con disciplinas como la Medicina, la Filosofía, la Matemática, la Física y las Ciencias Naturales en general. Aunque según los legistas eran estos últimos estudiantes de segunda y o se mezclaban con ellos, teniendo incluso escaleras distintas exclusivas de acceso a las aulas. 

 

El edificio antiguo y original (hoy en día hay muchas más modernas sedes de la Universidad) no tiene un acceso majestuoso como la de Alcalá de Henares por poner solo un ejemplo. Se accede por una pequeña puerta que puede pasar incluso desapercibida entre las muchas que hay, como no, en los largos pórticos de la ciudad. La principal característica y que más llama la atención no es su claustro, sino las paredes de sus pórticos, repletas de escudos heráldicos pintados al fresco en techos y paredes laterales. Hay más de 7000 escudos diferentes de las más importantes familias nobiliarias de toda Europa, que enviaban a sus vástagos allí a estudiar y que con sus aportaciones económicas generosas ganaban el derecho a representar su escudo en sus paredes.

 

También es fundamental visitar su biblioteca que cuenta con más de 35.000 volúmenes de gran valor. Y el Aula Stabat Mater, aula magna de los legistas, con las paredes repletas de libros y de los escudos de las familias más importantes y con una gran águila bicéfala símbolo del poder imperial.

 

Pero la estancia más interesante del edificio es sin lugar a dudas el Archigimnasio, un teatro anatómico donde se impartían las clases de anatomía y se diseccionaban los cadáveres. Tiene forma de anfiteatro y está recubierta de madera. La presiden un buen número de estatuas entre las que destacan la de los dos médicos más conocidos de la Historia, Hipócrates y Galeno. Un lugar imprescindible y de obligada visita a pesar de los tres euritos que cuesta acceder. Una buena inversión.


El Teatro Anatómico del Archiginnasio de Bolonia. Foto de https://www.diariodelviajero.com/


Otro de los emblemas de la ciudad, mucho más visible por razones obvias, son las Dos Torres. No vamos a hacer la fácil referencia a Tolkien, porque son mucho más antiguas y reales. Las dos torres son simplemente las más altas de la ciudad, pero hay muchas más. Las familias boloñesas, no muy bien avenidas entre sí y proclives a las disputas por el control de la ciudad,  construían palacios-fortaleza donde refugiarse cuando las disputas intestinas se iban de las manos. Además de ser elemento defensivo, también eran símbolo de poder y de prestigio. A mayor altura y solidez, mayor poder y prestigio para la familia. Una vez más, el tamaño sí que era importante para los boloñeses. Como símbolo fálico también tendría un recurrente comentario que voy a obviar, aunque es muy difícil abstraerse.

 

Las torres tenían las puertas ubicadas a varios metros de altura y a ellas se accedía por una pasarela de madera. En caso de necesidad, se cerraba la puerta, se derruía la pasarela y el acceso para los enemigos se complicaba, un factor de tranquilidad para sus moradores.

 

Las dos torres más conocidas, que además están una al lado de la otra son la torre Garisenda, de 48’16 metros de altura, peligrosamente inclinada ya por el tiempo y el hundimiento progresivo de sus cimientos. No es visitable por el evidente riesgo de accidente aunque se está tratando de preservar. Difícil misión luchar contra el tiempo y los elementos para una construcción de estas características. La más alta de las torres, es la torre Asinelli, de 97’20 metros de altura. La reina suprema del skyline boloñés. Esta torre sí que es visitable, pero ojo, hay otra leyenda estudiantil al respecto que dice que aquellos que suban arriba del todo no finalizarán con éxito sus estudios universitarios. Yo por si acaso no subí, y me costó mucho superar las ganas, porque adoro las alturas y sus vistas. Pero lo haré cuando finalice el doctorado. No vaya a ser que la liemos… En cualquier caso, visita ineludible e imprescindible en nuestra ruta.

 

Las dos torres. Foto Txema Gil, 2019


Hay muchos más rincones y preciosos lugares que visitar en la joven y bulliciosa Bolonia 


La basílica de San Petronio con su famosa Meridiana, el Palazzio della Podestá y su arco de los susurros, el palazzio Comunale, la famosa Fuente de Neptuno en la Piazza Magiore, la Piazza Cavour o la Via de la Independenzia, donde puede usted hacer shopping; el apacible y espectacular Santuario de san Luca, al que se accede por el famoso pórtico de 666 arcos; la Piazza de Santo Stefano presidio por la basílica homónima, lugar de ocio nocturno por antonomasia de la ciudad y que alberga un edificio dónde el diablo nos observa; la casa Stagni, curiosamente relacionada con el consumo de cannabis en la edad media; el edificio de las Tres Flechas con una curiosa leyenda con mujer desnuda de por medio; la majestuosa Catedral ubicada en la calle Mayor. Y por supuesto, paren a comer, no en vano la llaman “la grosa”. El plato estrella son los tagliatelle al Ragú con la famosa salsa bolognesa.


Piazza Maggiore di Bologna. Foto de Txema Gil 2019.


Pero nos reservamos todos estos lugares para una próxima ocasión, porque estamos seguros de que volveremos a Bolonia.

 

Ciao.



jueves, 24 de septiembre de 2020

ZUGARRAMURDI: entre la tradición ancestral y la herejía.


Entrada a la cueva de las Brujas de Zugarramurdi. Foto Txema Gil, 2020


La Cueva de las Brujas de Zugarramurdi es uno de los principales atractivos turísticos del Pirineo Navarro. Adentrarse en élla no es solo un goce para los sentidos al contemplar una maravilla de la naturaleza, sino que además, sus húmedas paredes cuentan historias de brujas y akelarres. ¿Te atreves a entrar? 


Muchas veces demonizamos aquello que desconocemos o no podemos explicar. Lo envolvemos en un halo mágico y misterioso, a veces tétrico, otras místico y sublime. Pero en casi todas las ocasiones, ritos y tradiciones ancestrales sucumben ante la llegada de una nueva religión, ante otra forma de entender el mundo, que lo cambia todo, que persigue y elimina lo anterior como un acto de imposición, de triunfo, de sometimiento. Esto es en esencia lo que sucedió unos cuantos cientos de años atrás, en el montañoso norte de Navarra, en el pueblo de Zugarramurdi.




Desde tiempos inmemoriales la tradición cultural vasco navarra estaba ligada a la Tierra.


Panel ilustrativo del Museo de las Brujas de Zugarramurdi. Foto Txema Gil, 2020.


Su sabiduría, sus rituales, sus remedios, sus hierbas curativas, sus costumbres, eran en esencia telúricas, e incluso la diosa suprema a la que adoraban, era Mari, la madre Tierra, la señora de la naturaleza. Una divinidad femenina que otorgaba en esta tradición, la responsabilidad del cuidado del hogar y de los que en ella habitan a la mujer. Un detalle para nada baladí, al que la tradición cristiana se enfrentará con saña debido al papel secundario que se le tenía asignado a la mujer. Una mujer sabia era un peligro. Mejor estigmatizarla, acusándola de brujería, de hereje pagana, de maga negra, de adoradora del Maligno. Convertir sus remedios naturales en peligrosas pócimas, sus cánticos en oscuros conjuros, las palabras en sortilegios y sus fiestas en akelarres, en las que conjurar al Diablo, señalarlas como enemigas de la verdadera fe. Mejor tenerlas en casa con la “pata quebrada”.

Panel ilustrativo con la famosa escoba de “bruja” del Museo de las Brujas de Zugarramurdi. 

Foto Txema Gil, 2020.


La palabra euskera sorgin significaba bruja/o, aunque etimológicamente su significado sea bien distinto: sortze es nacer o crear y egin significa hacer, es decir “la que hace nacer” o sea, la partera.  Mujeres y también hombres en menor medida, de edad y conocimientos avanzados, depositarios de la tradición oral milenaria que protege a la comunidad. Con su escoba siempre a mano, mantienen limpio el hogar de espíritus malignos mientras preparan sus remedios extraídos de las plantas medicinales, haciendo gala de un profundo conocimiento de Mari, favoreciendo la fertilidad y atenuando los dolores, con remedios anticonceptivos y con ungüentos que ayudan al alumbramiento. Un personaje imprescindible en estas aisladas comunidades rurales.


En un caserón habilitado del mismo pueblo de Zugarramurdi se ha abierto el Museo de las Brujas un pequeño pero coqueto espacio en el que se hace un interesantísimo recorrido por estas cuestiones. Una visita imprescindible.


Caserón que alberga el Museo de las Brujas de Zugarramurdi. Foto http://cuevasdezugarramurdi.com/cuevas


Y a pocos metros se encuentra el lugar que esta gente utilizaba para sus ceremonias, rituales y fiestas, que no podía ser otro que el hogar de Mari, las entrañas de Ama Lur, la Madre Tierra, la cueva llamada de las brujas, la que fue devuelta a la fama en 2013 gracias a la película de Alex de la Iglesia Las brujas de Zugarramurdi, cuya escena final se rodó in situ. Es una cavidad de grandes dimensiones, rodeada de bosques y paisajes espectaculares. La cueva en el fondo es atravesada por la Regata del Infierno, un riachuelo que, en su continua labor erosiva de millones de años, ha creado una enorme cavidad de 120 metros de largo y unos 10 o 12 de altura, abierta desigualmente por ambos lados y con un par de galerías menores paralelas a la principal. Conocida y ocupada desde el periodo Magdaleniense según los restos arqueológicos, fue utilizada para múltiples funciones tales como la minería, refugio de contrabandistas, siendo lugar de encuentro y reunión para la gente de los alrededores. 


La Regata del Infierno es el riachuelo que ha erosionado durante siglos el complejo kárstico superficial, creando la cueva de Zugarramurdi. Foto Txema Gil, 2020.

Interior de la Cueva de las Brujas de Zugarramurdi. Foto Txema Gil, 2020.


Durante siglos, la convivencia entre esta tradición y el incipiente cristianismo fue relativamente pacífica, pero coincidiendo con los tiempos de zozobra de la Contrarreforma, allá por el siglo XVII, se inició una cruenta persecución de funestas consecuencias. 


Ya no se ven estas prácticas con buenos ojos por parte de las cercanas autoridades eclesiásticas del Monasterio de Urdax y su abad Fray León, en su afán por hacer méritos y tratar de progresar en la jerarquía eclesiástica accediendo como miembro del todopoderoso tribunal de la Santa Inquisición, denuncia estas prácticas y convierte la sabiduría ancestral en herejía.  Un par de testimonios manipulados aquí y allá, bastaron para iniciar un proceso judicial que sembró el caos y el miedo, en una época de epidemias, sequías, hambrunas y necesidades que acrecentó la sensación de indefensión ante el mal que les azotaba. El poder creciente de la Iglesia, que obligó a dejar de mirar a la Madre Tierra y fijar sus ojos en el Cielo, propagó el temor. Y éste a su vez, la sospecha y el silencio. La pérdida de la confianza en el vecino que había durado generaciones, dio pie a las denuncias, fundamentadas o no. Cualquiera podía ser sospechoso porque todos conocían las costumbres y quienes las practicaban. Las rencillas acumuladas durante años de convivencia salieron a la luz.


Goya, Franciso de (1820-1823). El aquelarre o El gran cabrón. Madrid, Museo del Prado.


Trescientas personas de toda condición fueron apresadas y  cuarenta de ellas trasladadas a Logroño para ser juzgadas  en el conocido proceso de 1610. 


Se les acusaba de negar el Cristianismo, de practicar orgías sexuales, preparar pócimas, invocar al Diablo, provocar incluso tormentas en el lejano mar… Las condenas fueron variadas: desde ser quemados vivos o en imagen si ya habías fallecido en las torturas previas, hasta la cárcel y el desposeimiento de los bienes. 


El proceso de persecución a las brujas de Zugarramurdi se convirtió en el  pistoletazo de salida a campañas similares en toda Europa. Miles de supuestas brujas fueron sacrificadas para reafirmar la hegemonía de la Iglesia frente a la tradición ancestral y la sabiduría basada en la Madre Tierra


El término de bruja fue desfigurado entre otros, por los infantiles cuentos de los hermanos Grimm, siendo reducido a esa mujer taimada, fea, vieja y malvada, que vive apartada en lo profundo del bosque, que vuela de noche en su escoba, devora niños perdidos y realiza diabólicos akelarres con otras brujas de otros lugares. 


Brujas así, no ha habido nunca ninguna en Zugarramurdi.




Acceso principal a la cueva de las Brujas de Zugarramurdi. Foto Txema Gil, 2020.